Vie. Abr 26th, 2024

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CEÑIDA LA CINTURA (SERVICIO): ENCENDIDA LA LÁMPARA (ORACIÓN).

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EVANGELIO DE HOY: 19/10/21 (Lc 12,35-38).

El evangelio de hoy nos invita a escuchar las enseñanzas de Jesús, de la misma manera que lo hicieron sus discípulos, para llevarla a la vida. Nos pide tener “ceñida la cintura” y “encendida la lámpara”; dos imágenes ricas en significados, y desde éstas iniciamos nuestra meditación:

CEÑIDA LA CINTURA

El Señor nos pide estar con la cintura ceñida. Nos trae la imagen de un delantal, que representa a quien sirve con dedicación y esmero. Ponerse un delantal habla de la actitud de quien está decidido a trabajar. Todo comienza con la disposición interna, el buen ánimo, el agrado y el gusto por la faena; siempre con el sentido de lo que se busca, y del por qué se afana. En el pasaje queda claro que el propósito de la jornada es “aguardar” la llegada del Señor. Al no precisarse el momento de su venida, se pide estar “ceñidos”; no por temor de que encuentre siervos acomodados, sino por la delicadeza de que Él, al llegar, halle todo lo mejor posible. Quien tiene ceñida la cintura no es dueño de casa, sino servidor.

ENCENDIDAS LAS LÁMPARAS

Tener las lámparas encendidas evoca la realidad de quien, sirviendo, le llegó la noche; faltan muchas cosas por adelantar, pasó el día, y se auxilia con esta luz para continuar la jornada. La persona no se rinde ante el sueño. La perspectiva de que Él pueda llegar le mantiene espabilado. Las lámparas funcionan con su aceite. Este aceite es la oración. La oración abastece la lámpara para que nunca se apague el sentido de la espera. Es la luz del discernimiento para no confundir la voz de quien llame; e identificar previamente a quién se le abre la puerta.

Señor: no somos dueño de casa, sólo sencillos servidores a quienes llamas a permanecer con cinturas ceñidas y lámparas encendidas; nos regalas la promesa de la bienaventuranza si nos dejamos conducir. Seremos dichosos porque tú mismo, como sabes hacerlo, dices que al llegar te ceñirás y nos harás descansar mientras nos sirves. Es mucha delicadeza de tu parte. Decimos con el salmista: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. Dios mío, lo quiero, llevo tu ley en mis entrañas”.

  1. ¿Dónde están los delantales con los que sirvo?
  2. ¿Tengo provisión de aceite (vida de oración) para mi lámpara?
  3. ¿Cuando el Señor me visite me dirá: – ahora ven, siéntate, descansa un poco?