“AMIGO, SUBE MÁS ARRIBA”: PARA QUIEN HUMILDEMENTE SE HA SENTADO EN EL ÚLTIMO PUESTO
2 min readEVANGELIO DE HOY: 30/10/21 (Lc 14,1.7-11).
Nuevamente Lucas narra lo acontecido con Jesús, invitado a comer, en casa de un fariseo. Allí observa que los convidados escogían los primeros puestos. Cuenta una parábola utilizando la imagen de “la boda”, donde llegan muchos convidados. Se nos introduce, entonces, en la realidad del Reino de Dios: todos estamos convocados, pero en distintas condiciones. La controversia se presenta cuando uno mismo intenta escoger el lugar que le toca, sin aguardar a que el anfitrión asigne el correspondiente. Meditemos:
El ser convidados muestra la generosidad del anfitrión. El Señor es bueno y nos quiere a todos en su banquete. Entrar en esta dinámica implica desapego, mansedumbre, docilidad; porque se está en espacio sagrado. La lógica de Dios no es la humana. La bondad del Señor es santa y justa. No por ser bueno permite ocupar el asiento indebido. Se muestra cortés, sin dejar de decir: “cédele el puesto a este”.
Se nos advierte sobre la vergüenza de uno mismo considerar su propia categoría ante los demás. El Señor nos quiere humildes. Y esta humildad ha de cultivarse desde ahora, haciendo primeramente un esfuerzo para “dejar sentar” a los demás, considerándolos superiores. Notemos que, primeramente es un esfuerzo, y con el tiempo, y por misericordia, se hace por gracia y convicción.
Cuando se cultiva esta virtud con sinceridad, la de ceder el puesto y no arrebatarlo, entonces, como sucede en la parábola, el Señor llega sorpresivamente hasta el último puesto y se le oye decir: “Amigo, sube más arriba”. Llama la atención la mención a “amigo”, porque todo aquel que busca la humildad se ha hecho muy amigo del Señor; le conoce, le identifica, le distingue, sin que el convidado lo haya pretendido.
Señor, gracias por mandarnos a sentar en el último puesto, porque en este puesto estás tú. Quieres que nos sentemos en tu silla, Señor. Por eso nos llama amigos. Es tu Padre quien nos invita a la mesa de honor, pero un honor que ha sido purgado y purificado en la sencillez y la mansedumbre. Danos la gracia de la humildad y del servicio. Queremos que todos nos pasen delante, y nosotros quedarnos detrás para garantizar que nunca falte el vino en tu fiesta. Con el salmista te queremos decir: “Cuando me parece que voy a tropezar, tu misericordia, Señor, me sostiene”. Que cuando vayamos a ocupar asientos no asignados, tu amor nos prevenga y proteja de cualquier enaltecimiento.
- ¿Me he dado mi propia “categoría” comprándome a los demás?
- ¿Qué sentimientos me provoca ocupar el último puesto?
- ¿He pasado vergüenza alguna vez? ¿Me han hecho pasar a un lugar más importante?