Vie. Jul 26th, 2024

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CUSTODIEMOS LA VIDA EN CIRCUSNTANCIAS DE MUERTE.

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EVANGELIO DE HOY: 28/12/21 (Mt 2,13-18).

Hoy, día de los santos inocentes, el evangelio nos relata el episodio de la sagrada familia huyendo a Egipto a fin de preservar la vida del niño Jesús, perseguido a muerte por Herodes. Meditemos algunos detalles que iluminen nuestras vidas:

El ángel del Señor le dijo a José: “Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto”. Observemos el orden prioritario en que se le comunicó el mandato, primero el “niño”, luego la “madre”. El único nombre, de la sagrada familia, mencionado fue el de José. Él fue el custodio de la vida; y con la vida custodió los designios de Dios en la historia. La escena transcurrió en la “noche”, detalle importante. En la oscuridad no se veían clara las cosas; había confusión, incertidumbre, interrogantes, tensión… Con todo, José ofreció la clave para vivir momentos oscuros y atravesarlos sin llegar a perderse: “escuchar y obedecer la voz de Dios”. Así lo hizo, tal y como le fue dicho.

La huida a Egipto de la sagrada familia no fue por una peregrinación, sino que forzada; como forzada fue la presencia del pueblo de Israel en dicho lugar. Se reconstruyó así un nuevo éxodo, con una nueva llamada de salida a la libertad. Importa considerar el contraste entre el poderoso “Herodes” y la fragilidad del “niño”. Bien recuerda la espiritualidad del Salmo 8 cuando dice: “con los labios de un pequeño lactante: levantaste una fortaleza frente a tus adversarios para reprimir al enemigo vengativo”.

Dios es así, por más horrendo, sangriento y violento que fuese el agresor, vence siempre con la ternura, con la paz, con la inocencia. Esto queda evidente en el pasaje cuando se afirma que “Herodes murió”, y la voluntad de Dios no se detuvo. Para que la voluntad de Dios se sostuviera, se contempla en el evangelio el precio a pagar. De ahí se nos presentan los rostros de los primeros que murieron por Cristo, aún sin saberlo. La muere de niños inocentes anunciaron el destino de quienes asuman el evangelio, teniendo éste tantas fuerzas contrarias.

Señor, nosotros queremos unirnos al canto del salmista cuando dice: “hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador”. Y algunas veces, Señor, el cazador puede estar dentro de nosotros mismos cuando no defendemos la vida desde antes de nacer. ¡Líbranos de este mal! En medio de la noche que nos rodea deseamos profundamente escuchar tu voz, hacer silencio para obedecerla.

Que no nos gobiernen los planes opresores, sino tu santa voluntad. Ayúdanos, con la gracia del cielo, a recuperar la inocencia, algunas veces machucada por tantos desencantos y decepciones. Queremos aprender de san José, que supo retirarse con sus tesoros sagrados y regresar en el momento de Dios. Aleja de nosotros Señor cualquier pensamiento de malicia, por más pequeño que sea, y enséñanos a guardar las cosas tiernas en el corazón; porque la ternura siempre nos hace bien.

  1. ¿Sé escuchar la voz de Dios en medio de la “noche”?
  2. ¿Soy custodio de la vida en todas sus expresiones?
  3. ¿Cómo conservo la “inocencia”, la “santidad” y la “justicia” en contextos que intentan hacerlas desaparecer?