Vie. Jul 26th, 2024

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PREDICACIÓN DE JESÚS: UN LLAMADO A SER LUZ EN LA LUZ

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EVANGELIO DE HOY: 7/1/22 (Mt 4,12-17.23-25).

El evangelio hoy nos narra el inicio de la predicación de Jesús, luego de que Juan Bautista hubiese caído preso; la expresión del pasaje clarifica: “al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan…”. Esto nos habla de la prudencia de Jesús, de su actitud para aguardar el tiempo de Dios e iniciar su vida pública, un inicio que comenzó con la fuerza de la predicación. Es realmente un misterio. El apresamiento de Juan habla del fin de su misión; fue voz, ahora en Jesús, esa voz se hizo manifestación (epifanía), acontecimiento, liberación. Hasta aquí hemos de considerar una gran enseñanza: lo que pudiera ser leído como una desgracia (un profeta preso), realmente, a la luz de la fe, se vuelve una señal del cielo. Tenía que suceder. Aquí se entiende el por qué la asistencia del Espíritu Santo, con el don de la fortaleza, a quienes, por la causa de Dios, y para que se cumplan sus designios, tienen que sufrir.

Jesús dejó Nazaret y se estableció en Cafarnaún. El escenario del Nuevo Testamento presenta un contraste espiritual entre estos dos lugares. Uno más reguardado en asuntos de fe y tradición (Nazaret); y el otro más expuesto, por ser lugar de tránsito, puerto, mares, circulación de diversos pueblos, variadas creencias (Cafarnaún/Galilea de los gentiles). Jesús comenzó justo allí; por esto afirma la profecía: “el pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande, a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló”.

Llama la atención esta frecuente manera de la Biblia distinguir a los hombres y a las mujeres: los que habitan en las tinieblas y los que habitan en la luz. Jesús fue al campo de las tinieblas como luz. Y cuando se enciende una luz, las sombras se van sin violencia, sin ruidos. La luz de Jesús se tornó grito, amor exigente, dolor y esperanza: “Conviértanse, porque está cerca el Reino de los cielos”.

El llamado a la conversión, en la predicación de Jesús, estuvo acompañado por muchos signos: enseñanzas, curaciones, liberaciones, milagros… En este sentido, vamos considerando la diferencia entre la predicación de Juan (que no tuvo ningún milagro) y la predicación de Jesús (que es el mismo Reino en persona, aconteciendo, transformando). Esto responde al por qué, hoy en día, hay predicaciones que tienen un perfil determinado, porque el buen predicador se conforma con lo que Dios le da, y no desea hacer más de lo que le es permitido. Lo importante es, como Juan y Jesús, estar atento a lo que el Señor pide que se haga, y hacerlo. Él es quien da la gracia según la tarea que pide realizar.

Señor: gracias por las enseñanzas de este día. Nos dices que no hemos de conformarnos con nosotros solos estar en tu camino. Quieres que salgamos, allí, en los lugares donde la situación está difícil, donde los hombres y las mujeres, seducidos por el mundo de las tinieblas se van alejando de ti. Ayúdanos a salir de nuestra “Nazaret”, de nuestras comodidades. Danos fuerza en la Palabra, a base del testimonio, para que nuestro anuncio sea convencido y convincente. Necesitamos comenzar por las personas que tenemos cerca, deseamos ser luz en nuestra familia, con nuestros vecinos, amigos y compañeros de jornada… Danos tu gracia, Señor, nosotros disponemos nuestras vidas a tu servicio.

  1. A ejemplo de Juan: ¿alguna situación difícil, por la que estoy pasando, puedo releerla a la luz de la fe?
  2. A ejemplo de Jesús: ¿espero el tiempo oportuno para salir de “Nazaret”?
  3. Antes de anunciar a los demás el llamado a la conversión: ¿vivo en conversión permanente?
  4. ¿Cómo voy manifestando con mi vida cristiana que el Reino de Dios está presente en medio de nosotros?