Vie. Abr 26th, 2024

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LIBRES PARA AMAR Y HACER EL BIEN

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EVANGELIO DE HOY: 19/1/22 (Mc 3,1-6).

Como ayer, hoy se continúa la controversia entre el sentido que los fariseos dan al sábado, y la novedad que sobre éste trae Jesús. Esta vez la polémica no se desata en el camino, entre sembrados, sino en la misma sinagoga, donde había un hombre con parálisis en un brazo. Todo indica, por la escena que el pasaje deja vislumbrar, que dicho hombre, además de tener el brazo inmovilizado, estaba en el suelo y al margen, ya que al momento de la sanación el Señor le dice: “Levántate y ponte ahí en medio”.

El texto nos permite reflexionar sobre la vida, las veces en que nosotros nos condicionamos creando e inventando estructuras, normas y procedimientos que no favorecen ni colaboran con la gracia ni la misericordia de Dios. Ese hombre, de brazo paralizado, a su vez, representa a toda persona que ha sido víctima de ataduras estériles, que lastiman su dignidad humana. Con su inmovilidad también se diluyó su capacidad de obrar, de ser útil y participar en la dinámica comunitaria.

Observemos que no sólo el brazo del hombre está con parálisis. También están con parálisis mental los mismos fariseos. Se han detenido en el tiempo, no han querido madurar en la fe ni en la visión de Dios. No se han dejado sorprender por la novedad de Jesús. Su imagen de Dios se quedó frisada en el tiempo, en las letras. Ellos representan a quienes se dedican a observar, a vigilar, no para hacer el bien, sino para controlar la burocracia aprendida cerrando la puerta a la gracia. Mientras que los ojos de Jesús contemplan para liberar, la mirada farisea acecha para acusar. Todo esto, en el pensamiento del papa Francisco, sintetiza el pecado de la “formalidad”.

“¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?” Estas fuertes cuestiones nacen con el propósito de hacer tomar conciencia. Cuando Jesús le dice al lisiado: -“Extiende el brazo”, lo está capacitando para que haga el bien, en todo momento, siempre. Sobre su propia persona le enseña cuáles cosas y de qué perfil, a los criterios de Dios, están permitidas. Dios siempre actúa en favor de la vida. El Señor no quiere gente acomplejada por los rincones, tampoco acusadores al acecho: quiere hombres y mujeres bien dispuestos para obrar en libertad y compasión.

Señor Jesús… llegas a nuestras vidas liberándonos de nuestras parálisis físicas y espirituales. Contigo nos viene el Espíritu Santo, con santa fuerza, para rescatarnos de los rincones y levantarnos del suelo, del desánimo, del sin sentido. Nosotros queremos ser como tú, danos esa gracia contemplativa para estar siempre disponibles, amar y hacer el bien. Aquí estamos, con tu auxilio, extendemos nuestros brazos, y disponemos nuestros corazones para que nos gobierne tu gracia.

  1. En este momento de mi vida ¿qué me gobierna, la gracia o la burocracia?
  2. ¿Cuándo la “formalidad” se vuelve pecado y cuándo se cae en ello?
  3. ¿He ido madurando, a la luz del evangelio, la imagen que tengo de Dios?