Vie. Abr 26th, 2024

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Cuarto domingo del tiempo ordinario: En verdad les digo que ningún profeta es bien recibido en su tierra

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En camino con la Palabra

El evangelio de este cuarto domingo del tiempo ordinario nos trae las reacciones que tienen, por un lado, los oyentes en la sinagoga tras la lectura del rollo de Isaías por parte de Jesús, y por el otro, la Suya propia dando respuesta a los primeros.

El padre Guillermo Acero CJM, vicario general de los padres Eudistas, inicia recordándonos la importancia de los diversos “hoy” del evangelio de Lucas, término por medio del cual el evangelista quiere enfatizar el tiempo de la salvación llegada con la venida de Jesús.

También nos dice el padre Acero que el recuerdo de José en este pasaje es una forma de resaltar el tipo de mesianismo de Jesús, el cual le lleva a centrar su ministerio, no en los actos milagrosos que realizaba, sino en la dimensión profética de su predicación.

Lc 4,21-30

Y comenzó a decirles: —Hoy se ha cumplido esta Escritura que acaban de oír. Todos daban testimonio en favor de él y se maravillaban de las palabras de gracia que procedían de su boca, y decían: —¿No es éste el hijo de José? Entonces les dijo: —Sin duda me aplicarán aquel proverbio: «“Médico, cúrate a ti mismo”.

Cuanto hemos oído que has hecho en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu tierra». Y añadió: —En verdad les digo que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Les digo de verdad que muchas viudas había en Israel en tiempos de Elías, cuando durante tres años y seis meses se cerró el cielo y hubo gran hambre por toda la tierra; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón.

Muchos leprosos había también en Israel en tiempo del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue curado, más que Naamán el Sirio. Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira y se levantaron, le echaron fuera de la ciudad y lo llevaron hasta la cima del monte sobre el que estaba edificada su ciudad para despeñarle. Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó.