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CRITERIOS PARA IR CON JESÚS A DONDE ÉL VA

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EVANGELIO DE HOY: 5/4/22 (Jn 8,21-30).

Nos seguimos aproximando a los días de la pasión del Señor… Las conversaciones de Jesús se encuentran en contexto cada vez más polémico. En esta ocasión, hablando con los fariseos les dice: “Donde yo voy no pueden venir ustedes”. Sacamos provecho de esta frase para meditar sobre los criterios que ofrece el pasaje para ir o no a donde va Jesús.

Una vez concluida su misión histórica, Jesús regresa con el Padre, quien lo ha enviado. En la coherencia del texto se comprende la negación que Él hace cuando dice: “no pueden venir ustedes”; este “ustedes”, se refiere a las personas que lo buscan sin sinceridad en el corazón. No lo hacen porque han descubierto en Él Palabras de vida eterna, sino por intrigas y curiosidades, siendo piedras de tropiezo.

No pueden ir con Jesús quienes han hecho opción por ser “de abajo”. Son la gente que se ha quedado en lo superficial de la vida, en lo transitorio y pasajero; es el lenguaje del evangelista para referirse a los pensamientos y acciones que se limitan al plano humano, y que se contrapone a la dimensión de “allá arriba”. Ese “arriba” es el cielo, o sea, lo trascendente, aquello que no pasa, y que lleva a la vida eterna. Además de esto, Jesús deja saber que no podrían ir con Él a quienes se les condenan los males que hacen a la sociedad.

Una vida lejos de Jesús es una vida envuelta en pecado. El pecado borra las huellas que llevan a la santidad; opaca la ruta del cielo. La gente se queda ciega y perdida. No puede seguirle. El pecado enferma el discernimiento y elimina la sabiduría; esa gente que se va a quedar no entiende ni comprende lo que le hablan, dicen cosas sin sentido: -¿Será que va a suicidarse, y por eso dice “donde yo voy no pueden venir ustedes”? El juicio que tienen no les da para analizar otra cosa. ¿Qué irán a hacer en el cielo?

Jesús, en su infinita misericordia, nos deja claro cuáles son las actitudes para hacer el viaje con Él. Pone los criterios, y destacamos esta expresión “…Si no creen que yo soy, morirán…”. El punto de partida es creer en Jesús. El énfasis está aquí. Creer y aceptar son acciones paralelas; es vivir según sus enseñanzas.

Otra clave que Jesús nos deja saber para irnos con Él, es vivir aquí en la tierra, pero sin hacer las cosas por nuestra cuenta. Andar con Él implica abrazar la obediencia. Jesús no nos pide nada que Él no haya hecho primero. En un contexto donde a la gente le gusta gobernarse a su antojo, aquí se nos aconseja: “dejarnos guiar por la voluntad de Dios”. Las enseñanzas de Jesús, en este sentido, son las pautas de pensamiento y acción que han de seguirse en la ruta de la vida. Un detalle fino y hermoso es lo que Él nos deja saber, casi al final del pasaje, también criterio decisivo para hacer “las maletas” y viajar con Él: “Yo hago siempre lo que agrada al Padre”.

Señor: en este tiempo de cuaresma estamos reflexionando en tu misterio. Seguirte es cosa muy seria. Tu Palabra no es broma. Ayúdanos a tomarte en serio. Bien es cierto que los evangelios tienen un lenguaje, algunas veces diferente al que usamos en nuestros días; pero lo esencial de tu mensaje queda intacto. Dices las cosas con claridad, porque realmente quieres que nos pongamos al día, y que vayamos arreglando “las maletas”, pues tú no quieres dejar a nadie, nos quiere llevar a todos a donde tú vas, a la casa del Padre. Necesitamos creer en tu Palabra, en tu persona. Danos la gracia y la fortaleza; deseamos, de corazón, contigo, agradar a Dios en todas las cosas.

  1. Dice el pasaje: “Muchos creyeron en Él” ¿cómo está mi fe en las enseñanzas de Jesús?
  2. ¿Cómo estoy viviendo: con los criterios de “abajo” o los criterios de “arriba”?
  3. ¿Qué aprendo de la frase de Santa Teresa del Niño Jesús: “Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra”?