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MIÉRCOLES SANTO: JUDAS NEGOCIA LA ENTREGA. JESÚS PREPARA LA CENA CON SUS DISCÍPULOS.

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EVANGELIO DE HOY: 13/4/22 (Mt 26,14-25).

La versión de Mateo sobre la traición de Judas ofrece elementos complementarios al evangelista Juan. Cuando Jesús dice: “El Hijo del Hombre se va como está escrito de Él…”, afirma que tuvo un designio, el cual asumió.

Al proseguir considerando, “¡ay de aquel por quien el Hijo del Hombre es entregado!.. Deja saber que Judas no actuaba en nombre propio; sus pasos eran gobernados por el maligno; fue su ministro, su representante; lo que dejaría consecuencia: “más le valdría no haber nacido”.
 
Por la coherencia de los evangelistas podemos deducir cómo Judas se dejó usar por el mal. Una pequeña historia nos ilustra: dicen de un señor de habla hispana, que se enamoró de una japonesa. Al ella marcharse, las cosas se complicaron; no hablaba español, y mandaba cartas en japonés. El hombre enamorado aprendió el idioma, con el interés de responder a su amada. Una vez empresas se enteraron de la competencia de dicho señor decidieron contratarlo como traductor. Ganaba mucho dinero. No tuvo tiempo de responder las cartas. Se olvidó de ella. Escogió la ganancia.  La codicia, en él, fue más fuerte que el amor.
 
Judas, entre los discípulos, era de poco hablar. Estaba cerca del Maestro, pero también cerca de la bolsa del dinero. Poco a poco la ambición le fue entrando. Su interés se fue parcializando. El maligno, que descubre hábilmente, su flaqueza y su pasión, se aprovecha para ejecutar lo suyo. Y ahí lo vemos obedeciéndole: dirigiéndose a los sumos sacerdotes para negociar la entrega del Señor.
 
Jesús no se detiene en su misión, consciente de lo que se aproxima. Mientras Judas preparaba su entrega, Él preparaba la cena con sus discípulos. Llama la atención ese: “Vayan a casa de fulano y díganle: … deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”.

Un “fulano” sin nombre, en el contexto, pudiera estar indicando la santa pobreza, el desapego de todos los bienes transitorios, en contraste con las “treintas monedas” que acaparan la atención de Judas. Lo importante aquí es que donde está el Maestro con sus discípulos, donde acontece la cena, allí está la casa.
 
Como Judas, también nos podemos preguntar: -¿seré yo, Señor? ¿Seré esa persona que me desenfoque de tu amor primero? ¿Seré quien poco a poco deje entrar otro “amor” que gobierne mi corazón y lo controle? ¿Seré quien daría pasos contrarios a tu proyecto? ¿Seré yo quien deje de actuar de día, para caminar en la noche?
 
Hoy, Señor, queremos hacer oración cantando:
 
“Aquí me tienes, Señor, yo quiero amarte;
amando al pobre y aquel que sufre más.
Tuyo es mi pan y el agua de mi fuente,
ven a mi casa y amor encontrarás”.