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VIERNES SANTO: SED DESDE LA CRUZ

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EVANGELIO DE HOY: 15/4/22 (Jn 18,1-19,42).

Este día, en silencio, celebramos el misterio de la muerte en cruz, de Jesús, amando hasta el extremo. Aunque es el único día sin Eucaristía, la liturgia nos ayuda a vivir este acontecimiento, teniendo la pasión como hilo conductor; mediante: las lecturas (que anuncian y narran la pasión a manera proclamada); la oración universal (con el sentido de que la pasión llegue a toda la humanidad para reconciliarse con Dios y entre los mismos seres humanos); la adoración de la cruz (como reconocimiento y respeto de dicha pasión); la comunión sacramental (como pasión que es compartida y comunicada); la postcomunión (porque la pasión compromete con los crucificados de hoy); la despedida silenciosa (para meditar estas cosas santas, como lo hizo María).
 
En el día de hoy, de poco hablar, se nos invita a ponernos de rodillas ante la cruz, y escuchar, de manera especial, el grito que desde ésta brota y llena la tierra: “tengo sed”. Pocas cosas pidió Jesús mientras vivía. Pero aquí lo contemplamos, como un mendigo, abandonado, con pocas posibilidades, apenas expresar su deseo; ¿cómo pudiéramos entenderlo? Él, quien dijo a la Samaritana: ¡El que tome de esta agua nunca más volverá a tener sed!; ¿cuál sería, entonces, su necesidad?
 
Bien es cierto, que la pérdida de sangre, la posición del cuerpo en la cruz con manos y pies tensos, músculos distendidos, llagas abiertas, dolor de cabeza por la corona de espinas, venas dilatadas, inflamación a nivel general… debió producir mucha sed física… sin embargo, aquí el Señor, nos está diciendo que tiene otra sed.
 
Ya dijo san Agustín: “Dios tiene sed de que el ser humano tenga sed”. Jesús en la cruz, es la fuente que desea ser bebida por la humanidad. Tiene sed de amor, de justicia. Sed de adoración. Sed de fidelidad. En una experiencia mística, Cristo se queja a Santa Margarita María de Alacoque: -“Mira este corazón que tanto ha amado a los hombres y en respuesta sólo recibe ultrajes y desprecios”.  Cuando Jesús grita por esta sed, recibe vinagre. El vinagre, en este sentido espiritual, representa la indiferencia al sí de amor que Él espera.
 
Cada uno ha de saber qué hacer ante la súplica por sed desde la cruz. San Ignacio de Loyola nos ayuda a concretar las preguntas: ¿Qué he hecho hasta ahora por Jesús? ¿Qué estoy haciendo ahora por Él? ¿Qué me pide que haga en el futuro por Él?
 
Meditamos con un poema de Gabriela Mistral:
 
En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma.
Pero al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies cansados
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías
cuando las tuyas están llenas de heridas?
¿Cómo explicarte a ti mi soledad
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor
cuando tienes rasgado el corazón?
Ahora ya no me acuerdo de nada.
Huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña
Y solo pido no pedirte nada.
Estar aquí junto a tu imagen muerta.
Ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta. Amén