Vie. Abr 26th, 2024

ApmPrensa

Agencia de Prensa APM

AGRADECIMIENTO SINCERO AL ESPÍRITU SANTO.

3 min read

En vísperas de Pentecostés no vamos a hablar del Espíritu Santo, sino al Espíritu. Que cada uno de nosotros podamos detenernos para pensar y meditar en Él, y agradecer su acción en nuestras vidas. Agradecer también a las personas que nos han ayudado a tenerlo en cuenta, porque casi pasa desapercibido.

Este agradecimiento comienza dirigido al Padre y al Hijo, que quisieron compartir con cada uno de nosotros el lazo de amor que les une. Nos han involucrado en la Santísima Trinidad mediante este aliento de vida que no duerme ni reposa. Su manera de llegar hasta nosotros es mediante sus siete dones. Esos siete dones son el tronco del cual brotan todos los carismas que nos mueven personal y comunitariamente como Iglesia, como humanidad, como creación.

Gracias Espíritu Santo porque nos has permitido acercarnos a la Sagrada Escritura y sentir gusto por ella, entenderla. Has tocado nuestros corazones para que experimentemos el amor de Dios vivo en cada versículo, en cada frase. Nos has flechado con imágenes bíblicas, con nuevas luces para enriquecer nuestra alma, porque su fuente es inagotable. Gracias porque nos empujas hacia dentro del misterio que nos envuelve; nos haces tomar conciencia de la tierra que pisamos. Gracias por sensibilizarnos y hacernos dóciles para acoger aquello que Dios nos dice. Nos mueves a la obediencia. Espabila nuestra memoria para conservar la experiencia divina.

Te agradecemos porque, con el don de ciencia, permites que descubramos a Dios en todas las criaturas. Nos deleita su creación, el sol naciente, la luna, las estrellas, las rosas, los árboles, los pájaros… Gracias por empeñarte en que las pequeñas cosas no pasen desapercibidas a nuestros ojos. Nos alertas ante las cosas del Creador. Nos quiere llevar a Dios por todos los sentidos.

Gracias por el don de sabiduría. Esa hermosa inspiración que nos hace sentir gusto por las cosas de Dios. Nos despiertas el gusto por lo sagrado, por lo del cielo, por las maravillas que nacen de la santidad. Nos revelas el tesoro del alma, de lo eterno, de lo real y verdadero. Gracias porque nos enseñas a aprender de la naturaleza, y a llevar esta experiencia a la vida. Nos enseñas a saber vivir con sentido y felicidad.

También te agradecemos porque nos das fortaleza para perseverar para no desistir del compromiso que hemos asumido con Cristo. Sin ti no tuviésemos valor de volver a empezar, de perdonar, de arrepentirnos, de mantenernos firmes en la Verdad sin medir las consecuencias. Nos das valentía de seguir la voz que siembras en el corazón sin importar que perdamos la cabeza. Esa fortaleza no viene de uno, sino del cielo, porque la mandas con mucho amor.

Te agradecemos, Espíritu, porque aún de noche nos aconsejas. Ya estemos despiertos o dormidos, no dejas de enviarnos luces sobre el camino verdadero. Nos inspiras palabras efectivas para ayudar a los demás, y que salgan del atajo que les pone el enemigo. Nos ayudas a tomar conciencia del camino que llevamos. Nos empujas o nos devuelves. Nos haces detenernos cuando es necesario y avanzar cuando el Señor lo requiere. Eres un encanto.

Gracias porque no nos dejas sentir solos. Nos hace experimentar la ternura de Dios Padre. Un Padre bueno que nos acoge con infinito amor, en todas las circunstancias. Esta conciencia filial no nace, sino por ti. Te agradecemos también porque nos hace sentir el deseo de ser fiel al Señor, de querer corresponderle. Así actúas mediante el don de temor de Dios, que permite no defraudarlo, sino reverenciarlo, respetarlo, honrarlo hasta con el pensamiento.  

Ahora, en silencio, cada uno meditemos las cosas que tenemos que agradecer al Espíritu, por su presencia en nuestra historia personal…