Vie. Jul 26th, 2024

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PRESENCIA DE DIOS EN EL CAMINAR.

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LECTURAS DE HOY: 28/3/23 (Nm 21,4-9; Sal 101; Jn 8,21-30).

Como al pueblo de Israel nos puede pasar; cuando estamos extenuados por el camino nos vemos tentados a reclamar la realidad que nos ha tocado atravesar. No somos capaces de ver la mano de Dios que nos “trasplanta” de un lugar a otro para nuestro bien. Durante el proceso del trasplante uno se marea, se debilita, no comprende que se trata de un mal transitorio para luego encontrar firmeza y raíz en la nueva tierra. La añoranza de tiempos pasados impide que se vea la bendición del presente en la discreción con la que Dios actúa.
 
¿Dónde estaba Dios cuando las “serpientes venenosas” mordían al pueblo? Dios estaba con ellos, pero ellos no estaban con Dios. También a nosotros nos pican y muerden las serpientes cuando nos distraemos por el camino. Cuando nos exponemos con aires de una “autonomía” ilusoria que no tiene en cuenta al Señor ni a su providencia. No pocas veces se hace necesario esta “mordida” para recapacitar.
 
Cuando el pueblo hace oración y pide a Moisés intercesión, la cosa cambia. Quien ora comienza a ver la mano y la presencia de Dios operando. La serpiente de bronce que Moisés levanta da una nueva dirección a la mirada del pueblo. Unos ojos dispersos no tienen propósito. Pero cuando la gente mira hacia donde Dios apunta encuentra la salud de su espíritu. Este episodio nos señala hacia la cruz de Cristo, misterio de fe, que cura y redime nuestros males y pecados.
 
Jesús es levantado en una cruz. Y desde ahí nos enseña a obedecer aunque no comprendamos del todo lo que nos toca sufrir por su causa. Lo importante, como Él, es no hacer nada por nuestra cuenta, sino lo que agrada a Dios. Haciendo lo que le agrada a Dios nadie se siente solo, porque Cristo se hace compañero de camino, en la ruta hacia el Padre, fuente de luz y vida.
 
Gracias, Señor, porque no escondes tu rostro en los momentos difíciles. Tu presencia nos cura y consuela. Nos haces ver más allá del sufrimiento. En ti, por fe, seremos levantados para alcanzar al Padre.

1. ¿Me siento escuchado por el Señor en los momentos difíciles? 
2. ¿Me mantengo fiel y en obediencia aunque no pueda sentir la presencia de Dios? 
3. ¿Cuáles serpientes venenosas me acechan? ¿Hacia dónde tengo fija la mirada?