Sáb. Jul 27th, 2024

ApmPrensa

Agencia de Prensa APM

OBRAR EN LA LUZ

3 min read

LECTURAS DE HOY: 19/4/23 (Hch 5,17-26; Sal 33; Jn 3,16-21).

Las lecturas nos favorecen meditar sobre la gracia de obrar en la luz, una gracia disponible para todos. En un mundo que favorece el ocultamiento y el secretismo, donde en ocasiones no sabemos ni imaginamos lo que el otro piensa, aunque lo tengamos al lado, el Señor nos invita a obrar en la luz. Pero qué supone y cómo uno se introduce a profundidad en esta propuesta.  
 
Quien ama camina en lo claro. Dios no ocultó su amor cuando decidió entregar su Hijo único para salvar al mundo. Nunca nos avergüenza obrar de día cuando hacemos el bien. Contrariamente, si andamos en pasos turbios nos queremos esconder hasta de nosotros mismos, y pensamos que en lo oscuro o en lo oculto el Señor no nos ve. Por eso dijo san Agustín: “Cuando vayas a pecar ponte donde Dios no te mire”. ¿A dónde podría esconderse la persona lejos de su conciencia?
 
Tendemos a alejarnos de quien camina en la verdad, cuando no queremos que sea denunciada nuestra mentira. La luz incomoda la oscuridad, y por eso se marcha. ¿Pero cómo salir de la oscuridad? Tomándole amor a la verdad, que es el mismo Cristo, y permaneciendo en ella. Así poco a poco se va haciendo ese proceso de transición, de la noche al amanecer.
 
A ejemplo de los apóstoles, constatamos cómo los hijos de la luz no pueden ser retenidos en los barrotes de las tinieblas. La luz busca la luz. La verdad se escapa de quien pretende retenerla; sabiamente se filtra de la cárcel a la libertad. Los hombres y las mujeres de testimonio, aunque estén “presos por fuera”, conservan su autoridad. Por eso los guardias no se atrevieron a retener nuevamente a los apóstoles con violencia, por miedo al pueblo. Quien obra de día, por amor y respeto al Señor, siempre encuentra quien lo defienda.  
 
No vale la pena pasarse la vida obrando un rato en lo claro y otro en lo oscuro. Nadie puede ser feliz caminando al mismo tiempo en dos direcciones. Con el salmista, aprendemos un hermoso proyecto de vida: bendecir al Señor en todo momento. Ojalá que nuestras obras se conviertan en alabanza continua. Las obras por el Reino encierran un gran misterio. Ellas son agradables a Dios cuando nacen de un corazón sincero. Porque Dios, más que a las obras, quiere a la persona en sí. No se puede conformar el Señor con obras cuando el corazón se está perdiendo. Él quiere primero el corazón, y luego las obras le son agradables. No tiene mérito hacer el bien para compensar el mal que se siga haciendo por otro lado. Es mejor enderezarse a tiempo, hacer caso, tomar juicio.

1. ¿Qué estoy esperando para abrir la ventana de la luz a cualquier rinconcito oscuro, si aún lo tengo? 
2. ¿Por qué hay paz y felicidad obrando en la luz? 
3. ¿Quiero hacer con mi vida lo que Dios quiere de ella?