Vie. Jul 26th, 2024

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VI DOMINGO DE PASCUA “… SI ME AMAN”

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LECTURAS DE HOY: 14/5/23 (Hch 8,5-8.14-17; Sal 65; 1P 3,15-18; Jn 14,15-21).

La condicionante de Jesús a los discípulos en las palabras de “despedida” nos hace meditar: “Si me aman guardarán mis mandamientos”. El amor al Señor lo mueve todo. Mueve la voluntad, la necesidad de hacer oración, la fuerza de obedecer, la pasión de entregar la vida, el temor de ofenderle, la alegría en el servicio y la caridad, la convivencia entre los hermanos… En fin, mueve a custodiar su Palabra.
 
El amor también mueve los cielos… Jesús nos señala la fuerza que hace al Padre donar alegremente todas sus gracias. “El amor al Hijo” es el mayor argumento de Jesús para fundamentar los pedidos al Padre. Imaginemos que le diga: “Padre, me aman…”, y con eso basta para que al Padre se le ablanden las entrañas. Pero, quien ama sólo sabe respirar por las cosas del Amado. No nos engañemos.
 
Los santos y las santas no buscaron otra cosa a no ser amar a Jesús. Por eso, quien sabe pedir bien nunca le falta esta petición: “Señor, que pueda amarte más”. Antes de poner condicionante, Jesús nos ha amado primero. Nos da ejemplo práctico de cómo se ama. Primero ama, luego habla de amor y lo sigue demostrando. “No les dejaré huérfanos”. El Señor no se desentiende de haber cautivado el corazón de sus discípulos. No les deja solo con la tarea del Reino, el cual les abrió el horizonte.
 
… Comienza a relucir la promesa del “defensor”, “el Espíritu de la verdad”. Jesús nos introduce en el tiempo del Espíritu Santo. El gran maestro que nos conduce al misterio de la nueva presencia del Resucitado; fuerza operante y discreta que llena todo de alegría.
 
En los Hechos, se nos adelanta un episodio de lo que es la vida de amor a Jesús, conducida por el Espíritu. Dice el pasaje que, por la misión y los signos de los apóstoles, “la ciudad se llenó de alegría”. Este es el signo que refleja a Jesús vivo entre nosotros. Este misterio es lo que permite, como dice Pedro, “padecer haciendo el bien”, sin perder la paz, la confianza y la alegría.
 
Nuevamente, las lecturas y la Iglesia, nos exhortan, como dice el Salmo, a “alegrarnos con Dios”. Ese, “alegrarnos”, en plural, está convocando a toda la comunidad. Porque el Señor Jesús nos da todos los elementos para conducirnos y seguir conduciendo a otros hacia Dios. “Bendito sea Dios, que no retira de nosotros su favor”.
 
1. ¿Cómo estoy amando al Señor? ¿Qué lugar Él ocupa en mi corazón?
2. ¿Cómo se hace concreto el amor que confieso al Señor? ¿Cómo lo hago vida?
3.  ¿Por qué el amor a Jesús ha de extenderse al amor por su causa?
4. ¿Cuáles son los signos de que el Señor vive y opera entre nosotros?
5. ¿Colaboro con el Espíritu para que todo el entorno se llene de alegría?