Vie. Jul 26th, 2024

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EL ESPÍRITU DE LA VERDAD

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LECTURAS DE HOY: 15/5/23 (Hch 16,11-15; Sal 149; Jn 15,26_16,4ª).

  
El conjunto de las lecturas de estos días nos preparan para Pentecostés. El Señor, en su diálogo con los discípulos, poco a poco, les va mostrando las características de esta Tercera Persona de la Santísima Trinidad; Él nos la presenta para que conozcamos tanto su identidad como el papel que juega en nuestras vidas.
 
El Señor identifica al Espíritu como “…el defensor”; en otras palabras, el “intercesor”, “consolador”, “abogado”… Es un buen amigo que nos enviará desde el Padre; como profesamos en nuestro credo: “Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo…”.
 
Es “el Espíritu de la verdad”, porque, al proceder del Padre y del Hijo tiene acceso a la verdad plena. Además, le distingue la enseñanza. Viene para enseñarnos las verdades más sagradas. Sin su auxilio, no seríamos capaces de asimilar la fe ni de corresponder al llamado de Dios. Nos ayuda a mantenernos lejos del error.
 
El Espíritu da testimonio del Hijo, porque lo conoce; está con Él. De la misma manera en que el Espíritu está en el Señor Jesús, así nosotros hemos de estarlo. El Espíritu nos enseña cómo hacerlo y permanecer. Nos despierta la conciencia para no apartarnos de lo bueno. Sin experiencia profunda con el Señor no hay manera de ser testigos, en este contexto de la historia.
 
“No se tambaleen”. El Señor nos está diciendo que no pongamos los ojos ni la atención en nuestras propias fuerzas a la hora de dar testimonio. Uno no avanza ni realiza la misión cristiana ateniéndose a sí mismo. Nosotros ponemos una parte: somos como frágiles alcantarillados por donde corre el agua. Pero el Señor es el agua misma, que corre con la fuerza del Espíritu. Se comienza a tambalear cuando se quiere ser, al mismo tiempo, alcantarillado, agua y corriente…
 
Sin el Espíritu, todas las enseñanzas de Jesús se nos olvidan. Él mantiene la memoria fresca. Al darnos a conocer al Espíritu, Jesús está encarnando la sabiduría del Padre. Cómo vamos a recibir bien a quien no se conoce.
 
Señor, queremos prepararnos para recibir adecuadamente tu Espíritu Santo. Nosotros, como el salmista, necesitamos cantar un cántico nuevo.

1. ¿Siento la necesidad de recibir y renovar la presencia del Espíritu Santo? 
2. ¿Soy dócil a la enseñanza de Jesús? ¿Me dejo corregir por el Espíritu? 
3. ¿Cuándo y por qué tambaleo en mi vida y mi compromiso cristiano? 
4. ¿Cultivo la experiencia con Jesús para tener autoridad espiritual y ser su testigo?