Mié. Abr 24th, 2024

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DAR TESTIMONIO DE JESÚS

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LECTURAS DE HOY: 27/5/23 (Hch 28,16-20.30-31; Sal 10; Jn 21,20-25).

Casi a las puertas de Pentecostés, las lecturas nos realzan la gracia de testimoniar a Jesús. Es como si nos estuviesen preparando para que nosotros, recibiendo el Espíritu, también seamos sus testigos. Si leemos dentro de las líneas del texto, encontraremos exigencias para ser sus testigos. Meditemos:
 
El pasaje del evangelio da a entender que Pedro iba caminando con Jesús. Hasta aquí destacamos la primera condición para dar testimonio del Señor: tener experiencia con Él. Es en este caminar donde lo conocemos, y aprendemos su manera de ser, actuar y pensar. Estando en el camino con Jesús vamos purificando nuestro corazón. Sin estas andanzas no hay nada qué decir. Uno no da testimonio genuino de Él con experiencias “ajenas”; de la misma manera que la propia sed no se sacia viendo a otro tomar agua.
 
Mientras iba con Jesús, Pedro le hizo una pregunta al Maestro sobre el discípulo amado que se puso a seguirles: “¿Señor, y este qué?”. Pedro estaba aprovechando la confianza con el Señor para enterarse sobre el destino del compañero. El detalle sirve para considerar las veces que también nos hemos desenfocado para averiguar la vida de los demás. La respuesta que Jesús le da nos hace reflexionar: “Si quiero que se quede hasta que yo venga ¿a ti qué? Tú sígueme”.
 
El Señor no quiere que invirtamos tiempo en asuntos que no nos corresponden. El verdadero testigo no se distrae. Corrigiendo a Pedro, nos corrigen a todos. Hay que enredarse en el seguimiento de Jesús. Aunque seamos muchos los seguidores, es a un solo a quien seguimos.
 
Luego de la corrección de Jesús, como quiera, siguieron corriendo la voz con erróneas interpretaciones sobre su respuesta. El verdadero testigo mantiene silencio y no riega lo que no interesa. Se dedica, como Juan, a dar a conocer quién es el Señor y cuál es su Mensaje; esto ha sido fecundo. Con este testimonio hemos estado alimentándonos durante siglos, y siempre se mantiene fresco, porque Jesús sigue vivo.
 
Pablo nos da ejemplo de cómo el verdadero testigo aprovecha todas las circunstancias para misionar. Pudo tener la “excusa” de no evangelizar porque estaba preso por Jesús. Pero desde ahí anunciaba la Buena Nueva a todos los que se acercaban, y también a los de lejos, mediante cartas. El amor siempre improvisa para nuestro bien.
 
Pedimos a Nuestra Señora del Sagrado Corazón que en la fiesta de Pentecostés nos encuentre con Ella, a su lado, esperando el derroche del Espíritu. Que el Espíritu nos dé la gracia de ser fieles testigos del Señor.
 
1.  ¿En algún momento me he distraído en el seguimiento de Jesús; por qué? 
2. ¿Voy llevando “rumores” o llevando la Buena Noticia de Jesús? 
3. ¿Con mi testimonio, otras personas se han aproximado a tener experiencia con el Señor?