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TIEMPO DE HACER EL BIEN

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LECTURAS DE HOY: 2/6/23 (Ecl 44,1.9-12; Sal 149; Mc 11,11-26).

En la primera lectura se nos dan enseñanzas sapienciales. Los sabios comentan de personas que, en su caminar, fueron como “pajas” que el viento llevó, porque nadie las recuerda. En cambio, otras, por el bien que sembraron, siempre permanecerán. Hicieron historia en la entrega cotidiana de la vida en favor de los demás. No ha de preocuparnos si nos recordarán o no, más bien, cómo estamos viviendo y conviviendo en el trayecto de la vida.
 
La imagen de la higuera, en el evangelio, tiene mucho que enseñarnos. Ella estaba ahí, con hojas, frondosa, con una apariencia atrayente. Jesús la vio y se acercó con hambre. Esperaba algo de ella. Pero no. No tenía nada que ofrecerle. Era estéril. La higuera representa la gente que, sin alimento profundo con la Palabra se queda sin dar frutos. Para hacer el bien al otro hay que estar alimentados. Por eso, el hambre de Jesús, que es el hambre de ver a Dios en la humanidad, sigue extendiéndose en nuestros días.
 
La higuera, de alguna forma, también se relaciona con la realidad del templo. El desenfoque espiritual que se había filtrado en el santuario hizo que éste también se volviera estéril para todos cuantos se acercaban con hambre de Dios. Nos provoca adentrarnos a nuestro santuario interior y preguntarnos qué Jesús encuentra en él cada vez que se acerca con hambre y sed.
 
El evangelio nos desafía a recibir a Jesús en la sombra de nuestra “higuera”, en las instalaciones de nuestro “templo interior”, y permitirle que nos pode, que nos purifique, que remueva las “tierras” y las “mesas” que sean necesarias, con el fin de no estar ocupando espacio sin nada bueno que ofrecer.
 
Pero el Señor no nos deja perdidos, sin alternativas de cómo salir adelante y darle nuevo norte o nuevo impulso a nuestras vidas, en esta historia. Nos enseña a que si queremos estar alimentados, para dar frutos buenos, debemos estar sostenidos por la fe, la oración y el perdón cotidiano entre los hermanos. Por la fe, hacer el bien recobra sentido. Por la oración, tenemos fuerzas para hacerlo. Con el perdón, se renuevan las motivaciones para obrarlo.
 
Señor: queremos hacer el bien en nuestro caminar. No queremos que la gente se quede hambrienta cuando se acerque a nuestras higueras existenciales. Gracias por darnos el alimento de tu Palabra y la Eucaristía para que abone nuestras tierras y las mantenga fértiles.
 
1.  ¿Me siento feliz haciendo el bien? 
2.  ¿Dejo de hacer el bien si no me lo agradecen? 
3.  ¿Una mata de mango escoge a la gente para brindarle sus mangos? ¿Qué me enseña esta mata? 
4. ¿Cuáles “mesas” necesitan ser removidas de mi santuario interior, a la luz de la Palabra?