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¿CÓMO ESTÁ TU LÁMPARA?

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EVANGELIO DE HOY: 1/9/23 (Mt 25,1-13).

Nos puede pasar, como en la parábola de las 10 doncellas, que todos deseamos el encuentro con Jesús. Pero no basta la buena voluntad. Todas las jóvenes tomaron “sus lámparas”. Esta lámpara, este recipiente, puede ser comparado con la vida interior, el corazón. Todas salieron con un propósito, pero no todas estaban preparadas para perseverar. Aquí comienzan a nacer las actitudes sapienciales y las actitudes de necedad. Necia es la persona que no se ocupa de emprender el camino con “aceite suficiente”.
 
El aceite, en la lámpara, recuerda la vida de oración. El “aceite” es fruto del ejercicio del amor, del servicio, de la caridad, la negación de sí, con el solo propósito de que la lámpara brille cuando llegue el esposo. Cuando uno lleva una vida superficial, a lo fácil y cómodo, deja que el aceite se evapore. La vida de fe languidece, por la ausencia de vitaminas espirituales que la fortalezcan.
 
La parábola nos enseña a tener “alcuzas” o “vasijas” con aceite para abastecer las lámparas. Imaginemos, por ejemplo, que estas son la Biblia, la vida sacramental, los espacios de reflexión y meditación, la dirección espiritual, las lecturas fecundas, la participación en la comunidad cristiana…. Todas estas referencias permiten que nuestra vida creyente se afiance con base sólida y no se apague por el camino.
 
A todas las jóvenes les entró sueño y se durmieron. A todos nos llegan preocupaciones, dificultades, tentaciones… Esto no es vergonzoso. Lo que sí da vergüenza es tener el coraje de decir: “Dame un poco de aceite”. Da vergüenza, porque, por descuido, la persona se quedó vacía. Llenó la lámpara de nada. Sin fe no hay dónde sostenerse. Hay mucha gente pidiendo aceite. Y uno pregunta si se va a pasar la vida entera pidiendo o va a empezar a llenar su vasija.
 
No dejemos para la última hora la compra de aceite. Porque la luminosidad hace que el esposo reconozca e identifique a la persona que la porta. En la oscuridad no se conoce a nadie. Sin luz no hay identificación.
 
Señor: aquí estoy con mi lámpara encendida. Deseo, con humildad, que mis pensamientos, mis palabras, mis actitudes y mis acciones me identifiquen. Quiero ser luz, en ti que eres la Luz. Perdón por las veces que he pedido aceite prestado. Di el salto, por tu gracia, de la necedad a la sabiduría.
 

  1. Y tú, ¿estás pidiendo aceite o tienes la alcuza llena? 
    2. A la hora del aprieto ¿en qué te sostienes? 
    3. ¿Cómo reconoces tu proceder: con necedad o con sabiduría? 
    4. ¿Cómo está tu lámpara? ¿Dónde está tu Biblia? 
    5. ¿Tu vida está iluminando? ¿Motivas, con tu ejemplo, a que otras personas también busquen aceite?
     
    Septiembre: mes de la Biblia para vivir en santidad. La santidad es el rostro más bello de la Iglesia.