Sáb. Jul 27th, 2024

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¿CUÁNTO TE HAN CONFIADO?
¿CUÁNTO HAS GANADO?

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EVANGELIO DE HOY: 2/8/23 (Mt 25,14-30).


La parábola de este día nos hace meditar; lo bueno que somos y tenemos se lo debemos a Dios. Él, en el relato, es ese “hombre que se va de viaje”, o sea, nos deja totalmente libres y con la responsabilidad de administrar lo suyo, porque nadie puede atribuirse la autoría de lo que Dios ha creado. A cada uno asignó el número de talentos según su capacidad.
 
A ti y a mí también nos han dejado “talentos”. No nos dicen que nos comparemos, que hagamos competencia, sencillamente se nos pide que los hagamos producir. En su santo discernimiento, el Señor sabe cuánto deja a cada uno. Por eso es de sabios conformarse con lo que Dios da. A su regreso, no exigirá que todos hayamos rendido lo mismo, sino qué tanto hicimos crecer aquello que nos asignó.
 
La actitud de los que se fueron enseguida a negociar es la más valiosa. No perdieron el tiempo. Tuvieron luz suficiente para interpretar qué hacer con los dones o los bienes recibidos y adquiridos. No se acomodaron. Quisieron agradar “al hombre” que confió en ellos. Cuidaron lo de Él, aunque no estuviese presente. Fueron responsables en la libertad.
 
El hombre volvió luego de mucho tiempo. Es un detalle importante. Cualquiera es tentado con la dejadez, cuando se ve que el tiempo pasa y nadie exige nada. Pero ¡ay! de esa hora, cuando llegue el día, y usted no sepa lo que ha hecho con lo que le dejaron.
 
Es lo que vivió ese perezoso que hizo un hoyo y enterró el talento; de hecho, él mismo se enterró. Hoy también hacemos nuestro propio “hoyo” cuando nos damos lo menos posible, economizando la vida. Cuando pasan las horas y los días y usted no sabe hacia dónde va, ni lo que busca, ni por qué hace las cosas, ni para qué le dieron lo que le dieron. Sin horizonte, sin esperanza, uno no puede disponerse, con entusiasmo, a producir.
 
Los que fueron fieles y responsables no sabían lo que les esperaba. No se sacrificaron esperando nombramientos. Hicieron las cosas bien por la conciencia y la confianza. Por el respeto y la obediencia. Por el amor y la honestidad. Hubo sorpresa alegre para aquellos que humildemente presentaron los frutos de la cosecha: el hombre los admiró y les dio un cargo importante. La seriedad con Dios les abrió las puertas del Reino. Los frutos fueron el pase para el banquete.
 
Señor, no quiero que me llamen “inútil”, tampoco “holgazán” o “negligente”… No quiero inventar por mi propia cuenta. En este mes de septiembre, de manera especial, voy a disponerme para que tu Palabra me corrija, me eduque y me consuele. Tú hablas claro, Señor, en tu Palabra escrita. Dame la luz de tu Espíritu para poner nombre a todo lo que me has dado, y dame la humildad, Señor, para ponerlo a producir en comunidad.
 
1.  ¿Usted cree que está administrando bien su vida, sus dones, sus pertenencias? ¿Ellas, en todo momento, dan gloria a Dios?
 
2.  ¿Usted y yo, estamos dando la vida con pureza de intención, sin esperar nombramientos mayores?
 
3. ¿Qué tipo de empleado eres tú, cuando te dejan solo, y se van por mucho tiempo?
 
4.  ¿Quién está dispuesto a pasar vergüenza? Pasa vergüenza a quien le quitan lo que le dieron por negligente.