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COMBATE EL BUEN COMBATE

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LECTURAS DE HOY: 22/9/23 (1Tm 6,2c-12; Sal 48; Lc 8,13).

En estos días Pablo, mediante la carta a Timoteo, nos viene dando exhortaciones sustanciosas y valiosas para nuestra vida cristiana. La misma se puede resumir en esta expresión: “Combate el buen combate de la fe”; ¿en qué consiste? Según el mismo relato, se pudiera considerar de la siguiente manera:
 
El mal combate inicia cuando uno asimila para su vida falsas enseñanzas que se tornan convencimiento. No permitas que te engañen, y que termines peleando, por lo que no vale la pena. Escoge la lucha cierta. Falso es todo aquello que se contrapone a lo que Jesús plantea en el evangelio. Hay enseñanzas que nacen del orgullo y la ignorancia. El combate inútil genera envidias, polémicas, difamaciones, malicia, controversias, que alejan de la verdad. Si tus ojos y tu corazón se descentran de Cristo, comienza el falso combate, no por el Reino, y sí por el lucro.
 
El buen combate está sostenido por la ganancia de Cristo. El apóstol dice “conténtate con poco”, o sea, con lo necesario para mantenerte firme y en misión. Es valioso el fundamento que señala: “Sin nada vinimos al mundo, y sin nada nos iremos de él”. Esta frase, meditada, ayuda a vivir en una dinámica de desapego. Pero tú puedes decir que no estás apegado al dinero; ah, pero puede estar apegado al conocimiento, al prestigio, a la fama… el hecho es que siempre estamos tentados a que algo se nos pegue, incluyendo las mismas personas. Hoy se nos dice: combate con visión de futuro y empezarás a contentarte con tener qué comer y qué vestir…
 
Mientras estás enfocado en combatir el buen combate, las tentaciones van perdiendo fuerzas, las trampas no te envuelven ni te arrastran. No dejes que te ciegue el afán por la codicia. En cambio, que te seduzca la fe en Cristo y, a partir de esta, pelea hasta dejar la sangre en el martirio cotidiano. Este es el combate que lleva a la vida eterna.
 
Bien aconseja el salmo, no te preocupes si los otros gozan de abundancias transitorias. Es como decir: saca los ojos de casas ajenas. Ánclate en la fe. Sostente por la oración y la confianza en el Señor; que estos sean el escenario para el buen combate.  
 
En Jesús encontramos el fundamento del buen combate. El combate por el Reino, al que se sumaron hombres y mujeres que dispusieron, no solo sus bienes, sino sus vidas, al servicio del evangelio.
 
Señor, he gastado fuerzas de manera inútil. Me he afanado en luchas que no aportan ni cambian la historia. Pero agradezco que tu luz haya llegado a tiempo. Puedo darle un giro a mi vida, ahora que comprendo tus enseñanzas. En adelante, Señor, escojo el buen combate. Quiero combatir en ti; que la santidad sea, siempre, el rostro más bello de la Iglesia.
 
1. ¿Y tú, por qué estás combatiendo? ¿Piensas que tu combate es bueno? ¿En qué te apoyas para afirmarlo? 
2. ¿Qué estás conquistando con tus afanes? 
3. ¿Qué estás colocando en el “bulto” para cuando te marches de este mundo? 
4. ¿Qué luchas consideras que debes detener porque no tienen sentido? 
5. ¿Qué decides? ¿En qué vas a concentrar tus fuerzas?