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CONOCE TU EDIFICIO

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LECTURAS DE HOY: 28/10/23 (Ef 2,19-22; Sal 18; Lc 6,12-19).

Pablo utiliza la imagen del edificio para decir a los cristianos dónde se soporta la fe que profesan. Si tú no conoces tu edificio, tu cimiento creyente y espiritual, entonces no podrás ser como ese bloque que encaja armoniosamente con toda la construcción.
 
Tú estás edificado sobre el cimiento de los apóstoles. De la misma manera en que Jesús fue enviado por el Padre, así Él envió a los que eligió, compartiendo su misión y su autoridad. No llegaron apóstol, sino que el Señor los formó. Estando con ellos, en intimidad, en convivencia cotidiana y prolongada.
 
Si estos elegidos no se hubiesen dejado transformar por el Maestro, qué hubiese acontecido. Basta con leer los evangelios para constatar la realidad de cómo comenzaron estos pobres pescadores y hasta donde se dejaron conducir, y luego asistir por la fuerza del Espíritu Santo. Por eso, el cimiento de los apóstoles y el cimiento de los profetas van de la mano.    
 
Los apóstoles fueron testigos privilegiados de Jesús. De ahí se espera que estos, y sus sucesores, sean personas de enseñanza. Tienen la misión de enseñar bien. Todo lo que recibieron ha sido punto de partida. También están llamados a santificar. Son responsables de que la santidad de la Iglesia avance hacia su perfección. Han de ser celosos y guardianes de la santidad; gobernadores según el corazón de Cristo. Con autoridad para guiar en justicia y en verdad hasta el martirio.
 
Los apóstoles, a su vez, tienen a Cristo como piedra angular. Sin esta piedra todo se viene abajo. Es Él quien ensambla todo el edificio en el cual tú estás integrado, porque tenemos diversidad de ministerios, pero unidad en una sola misión, un solo envío, un solo bautismo como Pueblo de Dios. ¿Ahora comprendes que tu fe ha de ser fuerte, no vacilante? Con razón comentó el papa Francisco que el corazón del apóstol no está hecho para pequeñeces.
 
La llamada de Jesús sigue resonando hoy en el corazón de hombres y mujeres atentos a su voz. Si Jesús les llamó en oración, también para responder se hace necesaria la oración. La llamada se torna irresistible cuando te abres a la gracia para valorar el tesoro que se te ofrece. Se te brinda la ciudadanía de los santos, la que te permite ser parte de la familia de Dios.
 
Señor: que mi vida sea un templo consagrado a ti. Que no me importe el lugar que ocupe en el edificio, sino que allí donde me has puesto haga bien mi función siendo fiel a ti. Porque, aunque sea pequeño, si resbalo, caen goteras y filtraciones en el edificio. Reconstruyendo mi vida, Señor, reconstruyo el edificio también. Me gustaría, con tu gracia, ser como esos maestros de construcción que van dando toques finales para que tu casa tenga mantenimiento de santidad, y esté disponible para tu Reino.

☆ San Simón y San Judas, intercedan por nosotros y por la paz del mundo.


1. ¿Cómo está tu fe? ¿En qué te estás apoyando?

2. ¿Estás permitiendo que, desde tu “bloque”, caigan “goteras” en el edificio?

3. ¿Qué ciudadanía estás intentando conseguir?