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¿QUIERES DAR FRUTOS DE SANTIDAD?

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LECTURAS DE HOY: 26/10/23 (Rm 6,19-23; Sal 1; Lc 12,49-53).

El conjunto de las lecturas nos dan la clave para, como dice Pablo, producir frutos que llevan a la santidad y acaban en la vida eterna. Si tú quieres producirlos, pon atención a las pautas que nos da el apóstol. Comienza poniendo orden en tu vida, cortando con todo aquello que te hace esclavo del pecado para que, en adelante, te dejes gobernar por la justicia divina, colocándote al servicio del Señor. Serás esclavo, pero esclavo de Dios en tu plena libertad. Esto se dice fácil, pero en la práctica, cómo alcanzarlo, cómo abrirse a la gracia, recapacitar y tomar decisiones.
 
El Salmo 1 te da ejemplo de cómo puedes dar un giro total hacia Dios en tu vida. Lo primero que te aconseja, en forma sapiencial, es que cortes con la juntilla que no te aporta nada bueno; no te sientes en su consejo ni vayas a sus reuniones. Contrariamente, comienza a deleitarte allí donde se fomenta la santidad y la justicia. Poco a poco le irás tomando gusto a la vida en transparencia, en caridad y servicio a los más necesitados; encontrarás el sentido de ser feliz estando sumergido en las cosas de Dios.
 
Revisa a ver dónde estás plantado, dónde haces pie en este momento. El pensamiento sabio te dice que seas como un árbol plantado al borde de la acequia. Tú debes constatar de dónde se están alimentando las raíces de tu existencia. Qué estás bebiendo. Hay chorros de agua sucia que amenazan la fuente limpia. Por eso es importante identificar dónde estás arraigado. Con la fuerza del Espíritu trasplántate al lugar cierto, a la tierra fértil. Esta tierra es la Palabra de Dios que te dice quién es el Señor y cómo Él te comparte su santidad.
 
Observa la importancia de estar bien plantado. Porque esta agua de vida es la que te permitirá dar frutos de santidad, a su tiempo. Esto implica paciencia. Verás la diferencia entre “tener raíces” y ser “paja que el viento lleva”. En el aire, en la vida superficial, no se produce nada. Crecer para abajo es la única manera de no ser arrebatado por la brisa. Afianzate en el Señor y todo cuanto emprendas tendrá buen fin.
 
Señor, quiero encender mi vida en tu fuego, y cómo desearía que desde ya estuviera ardiendo. Que tu fuego, Señor, purifique mi tierra, para que esta produzca los frutos de santidad. 

  1. ¿Cuáles son los frutos de la santidad?
  2. ¿Cuáles frutos estás dando, para quiénes son?