Vie. Jul 26th, 2024

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ERES TEMPLO RESERVADO PARA DIOS

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LECTURAS DE HOY: 9/11/23 (Ez 47,1-2.8-9.12; Sal 45;1Cor 3,9c-11.16-17; Jn 2,13-22)

Hoy, la Iglesia celebra la Dedicación de la Basílica de Letrán. Recuerda la época en que el emperador Constantino permitió la libertad a la fe cristiana, en el año 313; favoreciendo las construcciones de lugares dedicados o consagrados al Señor. La Basílica de Letrán es llamada “madre y cabeza de todas las iglesias de Roma y del mundo”. Las lecturas son propias de este día. Por esto, el evangelio nos narra la entrada y la reacción de Jesús en el templo de Jerusalén. Desde este episodio meditamos.

La espiritualidad del Nuevo Testamento nos enseña que Jesús es el Nuevo Templo. Tú y yo, en Él, somos templo del Espíritu Santo. Tú eres ese santuario donde Él desea entrar y permanecer. Jesús entra al templo para orar. El Señor quiere orar en ti y dar gloria a Dios. Desde el Bautismo has estado consagrado para Él. En ti, en tu corazón, en el centro de tu alma, el Señor busca regocijarse por tantas maravillas que el Padre ha hecho. Él llega con esperanza, ¿y qué encuentra en tu santuario? ¿De qué lo has llenado?

Ha sido una sorpresa dolorosa para el Señor no encontrar, en el santuario, un lugar propicio de: oración, recogimiento, instrucción, de acogida a los más pobres. Contrariamente, ha chocado con muchas piedras de intereses económicos. El altar sagrado se convirtió en mostrador. Brotó la ira santa de Jesús, porque el celo de la casa del Padre lo devora. El Señor también está celoso de ti, porque en ti está la imagen y semejanza de Dios.

El Señor llega con la fuerza necesaria, con el látigo de la misericordia y la justicia. Su látigo es su Palabra, es su autoridad; con ésta, Él esparce todas las moneditas que tenías empuñadas y libera las palomas de la paz y del amor. No quiere que mezcles las cosas, y que aprendas a ponerlas, a utilizarlas adecuada y santamente. Con su presencia se alegra la ciudad de Dios. Los ángeles cantan. Los santos y las santas hacen fiesta. El “látigo” del Señor te recupera la vida. Te reconstruye tus muros para que no entren en ti cosas extrañas, diferentes al plan de Dios. Lo que te parece una locura realmente es un nuevo comienzo. Dichoso eres si así lo interpretas.

Señor: acojo el consejo de Pablo cuando dice “mire cada uno cómo construye”. Deseo que sea despojado cualquier cimiento que haya puesto en mí fuera de ti. Purifica mi santuario, Señor, con el agua de tu Espíritu; que ella, como acequia, se escurra por todos los rincones de mi existencia. Que el agua de tu gracia sane todas mis dolencias. No quiero mercado en mi corazón; en cambio, deseo un huerto florecido, con frutos abundantes, donde todos los necesitados encuentren sustento. Gracias, Señor, porque el látigo de tu Palabra duele, pero es un dolor de esperanza, un dolor que sana y me hace nacer de nuevo.

  1. ¿Y tú, qué has puesto en tu santuario?
  2. ¿El Señor tiene que decirte: -Quita “esto” de aquí?
  3. ¿Confías y te dispones para que el Señor te reconstruya de nuevo?
  4. ¿Tú crees que estás bien construido ya, o hay algunos cimientos fuera de lugar?

En estos tiempos difíciles, de guerras y provocaciones violentas, donde cada instante mueren personas injustamente, estamos llamados a orar por la paz y a sembrar paz; a valorar el agua y los alimentos. Estos tiempos son para echar raíces teniendo los pies en la tierra.