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NADA ME FALTA

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SALMO DEL DÍA: 06/12/23 (Sal 22).

Te alabo y te bendigo, buen Pastor, porque desde siempre, sin que apenas yo lo sepa, me has sacado de áridos desiertos para llevarme a verdes praderas. Mi hambre no te fue indiferente. Sentías conmigo, y te pusiste en marcha para saciarme. Recostarme a mí, en ese momento, fue tu manera de hacerme descansar, porque lo necesitaba. Allí, Señor, me diste agua. Tu gozo fue hidratarme, devolverle color a mis labios cenizos. Yo era, sencillamente, una tierra árida que tú hiciste fecunda.

Repusiste mis fuerzas, Señor, cuando parecía imposible volver a recuperarlas. ¡Eres cuidador de la vida, y mi alma lo sabe! Es admirable experimentar ser “planta marchita” y aparentemente “seca”, volviendo a renacer. Confiaste y no te marchaste de mi lado. Al amparo de tu amor, Señor, comenzaste a instruirme, porque ya tenía el vigor de comprender y retener tus palabras. Primero fuiste justo conmigo, y luego me hablaste de justicia. No había manera de quedarme sin entender tu propuesta.

Me entrenaste, Pastor mío, para caminar en valles oscuros. Nada me falta; no me falta paz, el sustento, pero tampoco los problemas, las persecuciones, el arduo trabajo de ayudarte a buscar las otras ovejas… ¡Qué diferente es cuando tú vas conmigo! Porque, en medio de las tinieblas está tu presencia, ella protege y consuela.

Preparas una mesa para mí, con manjares suculentos que aceleran la hora del cielo en su plenitud. Te despojas de tu rango, Señor, para celebrar la dicha de que estemos juntos. Te esmeras y me siento tuya. Te pertenezco, no podría comprenderse de otra manera. Y aquellos que me burlaron a mis espaldas, a fuerza, testimonian los reflejos de tu gloria. Esa es su paga y su vergüenza, la justicia que llega de tus manos. Una justicia que no implica venganza, sino el despojo del manto que cubría la verdad. Unges mi cabeza y sanas todo mí ser; mi copa rebosa de felicidad.

Me comprometo a ser como tú. Guardo memoria de lo que has hecho conmigo. Hago votos en tu presencia de ser bondadosa y misericordiosa con los demás. No quiero salir de tu casa, deseo vivir en tu buen corazón; y desde ahí amar y servir a mis hermanos y hermanas. No hay nada más grato a tus ojos, que vaya y haga lo mismo que has hecho conmigo. Tu pedagogía es divina, amado Pastor. He aprendido para la vida.

🙏 Oramos para que nuestro buen Pastor arranque el velo que cubre a todos los pueblos, que enjugue sus lágrimas… y podamos celebrar, todos juntos, el Reino que nos trae con su venida. Un Reino que comienza desde ahora, con la cooperación tuya y mía.