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LOS VIENTOS SON FUERTES:¡EDIFICA SOBRE ROCA!

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LECTURAS DE HOY: 7/12/23 (Is 26,1-6; Sl 117; Mt 7,21.24-27).

Desde la lectura del profeta Isaías se nos presenta la imagen de una “ciudad fuerte”. Tú puedes ser esa ciudad, si pones en ella, “murallas” y “baluartes”; murallas para que no entren, en tu corazón, las cosas contrarias a la voluntad de Dios, y baluartes para que te sostengan en la justicia, en el ánimo firme, en la paz del Señor. El profeta te dice claramente que el Señor es la Roca perpetua para dicha construcción.

El evangelio te da la clave para construir en la Roca perpetua. Te exige que las palabras sagradas que salen de tus labios, vayan unidas a tu corazón y a la práctica de vida. El esfuerzo cotidiano para hacer vida la Palabra es la herramienta más eficaz para cavar hondo y sostenerte en la Roca. “No todo el que me dice: Señor, Señor entrará en el Reino de los Cielos”. Las palabras sin testimonio carecen de fuerza; no abren la puerta santa.

El esfuerzo por agradar a Dios te ejercita y te hace fuerte. Es la actitud de la persona sabia y prudente que ha escogido la mejor parte. Porque quien se preocupa por ser fiel al Señor, es sostenido por el Espíritu, de tal manera que cuando desembocan los ríos de las contrariedades, los vientos de las pruebas y arremeten contra tu casa, no la sacudan ni la tumben. ¿A quién no le gustaría una casa fuerte? A todos nos gustaría, pero no todos estamos dispuestos a invertir en los materiales requeridos: la oración, el servicio, la vida sacramental, la negación de sí, el amor al Señor y la entrega generosa a los demás…

Lo más cómodo es edificar sobre arena, esto es, llevar una vida ligera, hacerlo todo con el menor esfuerzo, sin muchas complicaciones. Pero la complicación llega con la recia lluvia, que te sorprende sin zapata, porque no asentaste cabeza preparándote para tiempos difíciles. Es duro cuando ves que tu casa se hunde y no sabes qué hacer para evitar la ruina.

En este tiempo de Adviento el salmista nos enseña a recitar: “Bendito el que viene en nombre del Señor”. Es el momento de agradecer su bondad, porque se nos da como casa refugio. Él te señala las puertas del triunfo, para que seas un vencedor, una vencedora, y entres por ella.

Señor: tú sabes que necesito ser fuerte, pero no tengo con qué sostenerme. Te agradezco que seas mi Roca y que estés disponible para recibirme y acogerme. Me quedo contigo, Señor de mi refugio. Me das confianza plena.

  1. Y tú, ¿dónde vives?
  2. ¿Qué tipo de construcción estás haciendo?
  3. ¿Dónde estás cimentando tu vida?
  4. ¿Tu construcción está dirigida por la necedad o la sabiduría?