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¿DE NAZARET PUEDE SALIR ALGO BUENO?

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MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY: 5/1/24 (Jn 1,43-51).

“¿De Nazaret puede salir algo bueno?”, es la pregunta que hizo Natanael (Bartolomé) a Felipe, cuando este le dijo que en Nazaret encontraron a aquel, de quien escribieron Moisés y los profetas.

El pensamiento de Natanael sobre Nazaret estaba condicionado. Era un pueblo pequeño, sencillo, sin relevancia social. Cuando él habla de “algo bueno” ¿a qué se refiere? Todo indica que, a sus criterios, lo bueno estaba vinculado con lo grandioso y espectacular. Sin embargo, lo bueno, para el Señor, comienza con la humildad.

Ante la provocación de Felipe a Natanael: “Ven y verás” aquello que puede salir de Nazaret, acontece lo inesperado. Es el mismo Jesús quien ve en Natanael todo lo bueno que puede salir de él.

En la vida, tú puedes ir con una mirada sospechosa, dudando de las otras personas, poniendo a los demás en tela de juicio con tus propios saberes y elementos. O puedes ir como Jesús, con una mirada diferente, viendo lo bueno que tiene el otro, diciéndoselo y dándolo a conocer.

La mirada de Jesús alcanzó primero a Natanael: “…un israelita de verdad, en quien no hay engaño”. El Señor rescató la verdad de Natanael. Realzó la sinceridad de su corazón. La mirada limpia de Jesús confronta la mirada turbia de Natanael. Pero él todavía estaba resistente, y continuó interpelando: “¿De qué me conoces?”.

Natanael ignoraba que el Señor se había fijado en él. Allí, cuando estaba debajo de la higuera, o sea, en su búsqueda sincera de Dios. Estar debajo de la higuera trae la imagen de quien se ampara a la misericordia de Dios, aguardando en Él, en esperanza, y dispuesto para dar frutos del Reino. Solo cuando el Señor se introdujo en el interior de Natanael, este pudo unir la verdad de su corazón con los ojos de la fe. Pudo ver con la luz de la mirada de Jesús. Profesó lo bueno que salió de Nazaret.

Señor: yo también llevo dentro de mí, una pequeña “Nazaret”. Tú y yo sabemos lo bueno que puede salir de esta. Enséñame a confiar y a no dudar nunca de lo que esperas de mí. Que también, Señor, sepa dejarme sorprender por tu gracia y tu misericordia, y descubrir lo bueno que sale de la “Nazaret” de los demás, o sea, que pueda confiar en la bondad de los otros.

Pregúntate en tu interior:

  1. ¿Cuándo ves a los demás en qué te fijas?
  2. ¿Tú puedes encontrar bondad en alguien a quien han mirado con prejuicios?
  3. ¿Estás invitando a otras personas para que se dejen mirar y encontrar por Jesús?
  4. ¿Por qué llevar a los otros hasta Jesús causa profunda alegría?