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La Dedicación de la Basílica de Letrán

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La dedicación del templo-primera conocida en la Iglesia-tuvo lugar el 9 de noviembre de 324, dándole Silvestre el título del Salvador. En el siglo XIII se le añadieron los de San Juan Bautista y San Juan Evangelista.

El día 1 es la solemnidad de Todos los Santos, y parécenos asistir, con esa dramatización que la liturgia pone en sus celebraciones, al inmenso cortejo de los “señalados”, que con palmas y blancas vestiduras aclaman al que se sienta sobre el trono y al Cordero.

La Conmemoración de los Fieles Difuntos nos recuerda el sentido pascual de la muerte, que es tránsito de los que descansan en Cristo y esperan el lugar del refrigerio, de la luz y de la paz.

Las dedicaciones de las basílicas del Salvador, el día 9, y las de San Pedro y San Pablo, el 18, nos hacen pensar, a través de la iglesia material, tabernáculo de Dios entre los hombres, en la Iglesia del cielo, “adornada como una novia que sale a recibir al esposo”.

Rom, San Giovanni in Laterano, Kreuzgang des Klosters

Cada día en la santa misa anunciamos la muerte del Señor “hasta que él venga”. Y estas fiestas avivan en nosotros, su recuerdo y acucian el deseo de su venida. Para que nos encuentre preparados, con los lomos ceñidos y las velas encendidas, nos hablan estas fiestas de noviembre de la muerte y la eternidad.

Catedral del Papa, su toma de posesión significa la suprema investidura del poder en el gobierno eclesiástico de Roma y del mundo.

Del palacio que los “Laterani” poseían desde el siglo I en el Celio, viene el nombre de Letrán. Más tarde, bajo Constantino y aconsejados por Osio de Córdoba, Fausta, su esposa, hizo donación de su palacio a los Papas para su residencia habitual, y el emperador-según cuenta una legendaria tradición-, en agradecimiento a San Silvestre por el hecho de haberle curado milagrosamente de la lepra, le hizo entrega de los territorios donde el Pontífice, apoyado por el favor imperial, hizo construir la basílica de San Juan de Letrán, denominada también “Constantiniana”.

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Melciano, valiéndose del derecho que le daba el edicto de Milán, celebró en 313 un sínodo romano en la domus Faustae in Laterano; el papa Dámaso fue ordenado en la basílica, y de la fecundidad de su baptisterio, Prudencio canta sus glorias.

La Iglesia estacional en los días más grandes del año, reunió el Letrán de los siglos IV al XVI más de 25 concilios, cinco de ellos ecuménicos. Pío XI, el 11 de febrero de 1929, la honró al firmarse aquí el felicísimo Tratado de Letrán.

El Renacimiento la hizo resurgir y el barroco la convirtió en antesala de la gloria. Los papas, de Sixto V a León XIII, la restauraron suntuosamente. Fulgurante por la belleza de sus mosaicos (siglo XIII), rica con su Sancta sanctorum, donde se conservan-según una venerable tradición-trozos de la “mensa” de la Cena, recibió su nueva consagración de manos de Benedicto XIII-en 1726. La liturgia ha retenido la primitiva fecha del 9 de noviembre. La misa es la del común de todas las dedicaciones de iglesias, riquísima de doctrina.

“El templo ha sido solemnemente consagrado, Dios ha tomado posesión y se halla asistido por el coro de ángeles” (Gradual). Desde la entrada el pensamiento de la majestad divina se impone y provoca una exclamación de terror que la liturgia toma de Jacob despertándose del sueño en Betel: “terrible es este lugar”.

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La Iglesia es el lugar de su morada, donde los hombres se reúnen en Cristo y tienen acceso junto al Padre. Más aún: la iglesia no es solamente el lugar, es también el signo de la alianza. La Iglesia, esposa del Cordero, celebra cada día sus místicas nupcias en el edificio material que ha consagrado. En él y en la misa se hace presente el sacrificio de la cruz, en el cual Cristo se ha entregado para santificarla… a fin de presentársela a sí gloriosa, sin mancha o arruga, sino santa e intachable para unírsela en calidad de esposa.

Es ahí donde sin cesar da a luz nuevos hijos a Dios, como lo declara la antigua inscripción del baptisterio de Letrán: “La Madre Iglesia da a luz con virginal parto a los que concibieron bajo la inspiración de Dios en las aguas. Esta es la fuente de la vida, que riega a todo el orbe y de las heridas de Cristo tomó su origen.”

Es ahí donde, por los sacramentos, prepara las piedras vivas escogidas que construyen poco a poco el templo de Dios (Postcomunión ), porque la alianza no está solamente sellada con la Iglesia en su totalidad, sino que cada alma está invitada a unirse a Dios en Cristo.

A través de los textos de esta misa de la dedicación, hallamos lo que nos enseña la teología sobre las fines del sacrificio eucarístico.