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Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia (Lunes después de Pentecostés)

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El Papa Pablo VI, el día 21 de noviembre de 1964, al clausurar la tercera etapa del Concilio Vaticano II, secundando los deseos que le habían presentado muchos de los Padres conciliares, dio a María el título honorífico de Madre de la Iglesia.

De esta forma subrayó la doctrina conciliar del capítulo VIII de la Constitución Lumen gentium que acababa de ser promulgada y que reflexiona sobre las estrechas relaciones que median entre María y la Iglesia. Posteriormente, al ser promulgada en 1975 la segunda edición del Misal Romano de Pablo VI, se incluyó entre las misas votivas la celebración de María bajo este título de Madre de la Iglesia.

La Virgen María es la Madre de todos los hombres y especialmente de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, desde que es Madre de Jesús por la Encarnación. Jesús mismo lo confirmó desde la Cruz antes de morir, dándonos a su Madre por madre nuestra en la persona de San Juan, y el discípulo la acogió como Madre; nosotros hemos de tener la misma actitud que el Discípulo Amado.

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La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano. Vamos cumpliendo así la profecía de la Virgen, que dijo: “Me llamarán Bienaventurada todas las generaciones” (Lc 1,48).

María es Madre de la Iglesia porque, al ser Madre de Cristo, es también madre de los fieles y de los pastores de la Iglesia, que forman con Cristo un solo Cuerpo Místico. La Iglesia es semejante en todo a María. Dio a luz a la cabeza de la Iglesia, y ésta engendra constantemente hijos que forman el cuerpo místico de la cabeza.

María da a luz para una nueva creación, y la Iglesia da a luz a los nuevos hombres. Pero la relación entre María y la Iglesia va más allá del mero paralelo. Es una relación de origen, pues los alumbramientos de la Iglesia están condicionados por el parto de María. Lo nacido de María vino al mundo como cabeza de una nueva humanidad. Su parto está ordenado a los alumbramientos de la Iglesia, como la cabeza al cuerpo.

u00locu2svjcutrtbcmafx87futrtbcmafx8a.jpgMaría madre de muchos. La Iglesia da a luz a muchos. Pero por ser todos ellos miembros de un cuerpo, se puede también decir de ella que da a luz a uno, siendo madre de la unidad. La Iglesia es considerada como madre y como hijo. Porque cuando conduce a alguno a la fe es madre, o sea, le reengendra en la fuente bautismal.

En aquellos, en cambio, que se acercan al bautismo y confiesan creer en Cristo, es hijo”. San Agustín explica que, como se dice de la Iglesia que es madre de Cristo, se puede decir de Cristo también que es hijo de la Iglesia. Es más, Cristo nace de nuevo todos los días, es decir, siempre que un hombre se hace cristiano.

María y la Iglesia se unen en el modo virginal de su alumbramiento pues ambas conciben y dan a luz en el Espíritu Santo, no a la manera biológica de la generación natural. Por la virtud del Espíritu Santo concibió María a su Hijo y le dio a luz a la vida terrena. Por la misma virtud engendra la Iglesia a sus hijos a una nueva vida en el Espíritu Santo.

ascension-monreale-1024x768.jpgEl Arzobispo de Los Ángeles, Mons. José Gomez, indicó que los primeros cristianos “tenían una conciencia profunda de que la Iglesia era su ‘madre’ espiritual, que los daba a luz en el bautismo, constituyéndolos en hijos de Dios a través de los sacramentos”.

También en el Nuevo Testamento “los apóstoles a menudo se referían a los fieles como a sus hijos espirituales, reflejando así nuevamente su comprensión de que la Iglesia es nuestra madre y nuestra familia”.

“Y en esto, los primeros cristianos entendieron que María era el símbolo perfecto de la maternidad espiritual de la Iglesia”, afirmó Mons. Gomez. La memoria de la Santísima Virgen María Madre de la Iglesia, cuya fecha fue establecida el lunes siguiente a Pentecostés.

El Sumo Pontífice Francisco, considerando atentamente que la promoción de esta devoción puede incrementar el sentido materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fieles, así como la genuina piedad mariana, ha establecido que la memoria de la bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, sea inscrita en el Calendario Romano el lunes después de Pentecostés y sea celebrada cada año.

El Vaticano estableció la memoria a través de un Decreto de la Congregación para el Culto Divino firmado el 11 de febrero de 2018. los primeros cristianos entendieron que María era el símbolo perfecto de la maternidad espiritual de la Iglesia”, afirmó Mons. Gomez.