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En camino con la Palabra: XXVII Domingo del Tiempo Ordinario

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Preparemos el Evangelio del Domingo Vigesimoséptimo Domingo del Tiempo Ordinario.

El Dr. P. Álvaro Duarte, CJM, director de la Unidad de Espiritualidad Eudista y profesor del programa de Ciencias Bíblicas en Uniminuto, nos explica la discusión entre Jesús y los fariseos sobre el tema del divorcio.

Nos recuerda el Padre Duarte cómo la dureza del corazón fue lo que llevó a Moisés a aceptar el divorcio en la Ley, pero Jesús opta por defender la unidad matrimonial evocando el inicio de todo en el libro del Génesis, hablando del amor como servicio al otro para que así sobreviva el camino de santidad en la unión marital.

Mc 10,2-16

Se acercaron entonces unos fariseos que le preguntaban, para tentarle, si le es lícito al marido repudiar a su mujer. Él les respondió:- ¿Qué les mandó Moisés?- Moisés permitió darle escrito de libelo de repudio y despedirla -dijeron ellos.

Pero Jesús les dijo:- Por la dureza de su corazón les escribió este precepto. Pero en el principio de la creación los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

Una vez en la casa, sus discípulos volvieron a preguntarle sobre esto. Y les dijo:- Cualquiera que repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.

Le presentaban unos niños para que los tomara en sus brazos; pero los discípulos les reñían. Al verlo Jesús se enfadó y les dijo:- Dejen que los niños vengan conmigo, y no se lo impidan, porque de los que son como ellos es el Reino de Dios. En verdad les digo: quien no reciba el Reino de Dios como un niño no entrará en él. Y abrazándolos, los bendecía imponiéndoles las manos.