Vie. Abr 26th, 2024

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EN CAMINO CON LA PALABRA: Domingo XVIII del tiempo Ordinario

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Preparación del Evangelio del Doy. Vigesimoctavo domingo del tiempo ordinario.

El evangelio de este domingo vigesimoctavo del tiempo ordinario nos presenta el texto del joven rico que se acerca a Jesús para preguntarle acerca de lo que debe hacer para heredar la vida eterna. El Dr. Héctor Molano, profesor del programa de Ciencias bíblicas en Uniminuto, nos explicará que la tristeza del hombre se da por la confianza que tiene en sus bienes, por lo que Jesús utiliza la figura del camello pasando por el ojo de la aguja para ejemplificar la dificultad de que un rico, a quien creían bendecido, alcance la salvación, la cual no depende de los hombres sino de Dios.

Mc 10,17-30

Cuando salía para ponerse en camino, vino uno corriendo y, arrodillado ante él, le preguntó:—Maestro bueno, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna? Jesús le dijo:—¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino uno solo: Dios. Ya conoces los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no dirás falso testimonio, no defraudarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre.—Maestro, todo esto lo he guardado desde mi adolescencia —respondió él.

Y Jesús fijó en él su mirada y quedó prendado de él. Y le dijo:—Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Luego, ven y sígueme. Pero él, afligido por estas palabras, se marchó triste, porque tenía muchas posesiones. Jesús, mirando a su alrededor, les dijo a sus discípulos:—¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas! Los discípulos se quedaron impresionados por sus palabras. Y hablándoles de nuevo, dijo:—Hijos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios.

Y ellos se quedaron aún más asombrados diciéndose unos a otros:—Entonces, ¿quién puede salvarse? Jesús, con la mirada fija en ellos, les dijo:—Para los hombres es imposible, pero para Dios no; porque para Dios todo es posible. Comenzó Pedro a decirle:—Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. Jesús respondió:—En verdad les digo que no hay nadie que haya dejado casa, hermanos o hermanas, madre o padre, o hijos o campos por mí y por el Evangelio, que no reciba en este mundo cien veces más en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos, con persecuciones; y, en el siglo venidero, la vida eterna.